martes, 21 de septiembre de 2010

En la antigüedad la ropa sin arrugas han sido un símbolo de ostentación, refinamiento, pulcritud y categoría social durante más de 2.500 años. Nunca fue fácil conseguir este efecto. Las planchas antiguas primitivas empleaban la presión. Sólo algunas utilizaban el calor para eliminar arrugas o formar pliegues en las prendas recién lavadas.
El 6 de junio de 1882, el inventor neoyorquino Henry W. Weely obtuvo la primera patente de su país para una plancha eléctrica. Aunque su concepto de espiras resistentes al calor era imaginativo, la plancha en sí era poco práctica. Sólo se calentaba lentamente enchufada en su soporte, y se enfriaba rápidamente.
En 1926 hizo su aparición la plancha de vapor. El invento no tuvo éxito.
En los años cuarenta, los confeccionistas presentaron una amplia variedad de tejidos sintéticos a prueba de manchas y que casi no necesitaban planchado, pero las pocas veces que lo requerían podían derretirse como la cera bajo una plancha caliente y seca.

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